Quién cuidará de las/os sanitarias/os ?
Mientras escribo este artículo, la pandemia continúa y según los expertos vino para quedarse y
seguirá por bastante tiempo. El personal sanitario sigue en primera línea trabajando en jornadas
maratonianas y sin los equipos adecuados. Pero todo esto ya venimos escuchándolo hace
tiempo y continuamos en estado de alarma y la curva de contagios y muertes han bajado
considerablemente. También es cierto que cada día a las 20 hs salimos a aplaudirlos durante
semanas…ya menos. Los aplausos son reconocimiento y agradecimiento pero como profesional
que trabaja en salud mental hay una pregunta que me ronda hace tiempo y que tiene que ver con
el futuro: Quién cuidará de ellas y ellos? Cuáles serán las consecuencias psicológicas/
emocionales a las que se enfrentarán cuando todo esto acabe? Cuáles serán los espacios y
recursos que se destinarán para que puedan recomponerse, reflexionar, hablar y procesar sobre
todo lo que vivieron y experimentaron durante meses.
Estar expuestas/os durante tantos días al estrés de trabajar con un virus que desconocíamos
(hasta hace 3 meses ) y que seguimos desconociendo bastante. Hay un sin fin de expertos
( epidemiólogos, virólogos, etc. ) alrededor del mundo que están estudiándo, escribiendo,
investigando… y lo que sobra es incertidumbre…y la posibilidad de una vacuna?
Sobre lo que si hay evidencia científica, es cómo afecta al organismo de una persona que ha
estado expuesto a un período prolongado de estrés. Y también existe bastante investigación y
literatura de cómo aquellos/as profesionales de la salud en general, que trabajan con personas
que sufren; su salud física, mental y emocional quedan afectadas. Con el tiempo se empiezan a
manifestar una serie de síntomas físicos y psicológicos/emocionales que responden a ese estrés
intenso y prolongado en el tiempo. Esto se lo conoce como DESGASTE POR EMPATÍA/
DESGASTE POR COMPASIÓN.
Sé que en este momento de crisis es fundamental separar lo urgente de lo importante. Urgente es
que bajen los contagios, atender las personas enfermas y qué bajen los fallecimientos.
Importante será que consecuencias tendrá todo este período de máximo estrés y agotamiento en
los/as profesionales de la salud. Si no lo tenemos en cuenta esto importante pasará a ser una
urgencia: muchos/as profesionales de la salud estarán de baja laboral y su calidad de vida muy
afectada.
QUÉ ES LA FATIGA/ DESGASTE POR COMPASIÓN?
En este concepto, se entiende la COMPASIÓN: como un sentimiento de profunda empatía,
sensibilidad, excesiva preocupación por otro que está sufriendo; acompañado por un fuerte
deseo de aliviarle el dolor o resolverle sus problemas.
A diferencia de lo que se conoce como BURNOUT: es un estado de agotamiento físico,
emocional y mental causado por involucrarse en situaciones emocionalmente demandantes
durante un tiempo prolongado ( Pines y Aronson 1989 ) Su aparición es insidiosa; es decir este
síndrome se desarrolla hasta cronificarse. La fatiga o desgaste por compasión es un cuadro
agudo y sorpresivo ( Figley, 1995)
La empatía, compasión, sensibilidad son fundamentales a la hora de desempeñar nuestro trabajo
como terapeutas. De la misma manera para médicas/os, enfermeras/os, auxiliares, personal de
limpieza, de las ambulancias, camilleros, etc…cada uno de ellas/os han estado en las últimas
semanas trabajando en primera línea con pacientes contagiados de distinta gravedad y
lamentablemente muchas/os falleciendo. A todo esto se suma no sólo las jornadas maratonianas
de trabajo, sino que por las características de este virus, las condiciones en las que trabajan, el
miedo al propio contagio y al de sus familias, la incertidumbre sobre cómo funciona este virus, la
sensación de vulnerabilidad por la falta de EPIS, la situación de pandemia en sí misma.
No tenemos nadie una experiencia vital de estas características similares de la cual podamos
utilizar recursos personales, a nivel de sociedad, de países y a nivel mundial.
La Fatiga por compasión puede derivar de la exposición a un acontecimiento traumático o a una
serie de ellos y suele manifestarse súbitamente.
Se caracteriza por tres grupos de síntomas iguales a los de Trastorno por estrés Post Traumático.
1) RE-EXPERIMENTACIÓN ( revivir, recordar con una gran carga emocional )
2) EVITACIÓN Y EMBOTAMIENTO PSÍQUICO ( actitudes de distanciamiento tanto físico como
afectivo de las personas, no sólo de las consultantes/pacientes )
3) HIPERACTIVACIÓN ( estado de tensión y alerta permanente y reactividad )
El burnout, estar quemado por el trabajo, afecta negativamente nuestra capacidad de resiliencia
para trabajar, haciéndonos más susceptibles a la Fatiga por Compasión.
Si nos centramos en los/las sanitarios/as seguramente e históricamente sufren de burnout, los
recortes que hubo en el Sistema Público de Salud, la sobrecarga de roles propias de las mujeres
y si el agregamos ahora esta pandemia mundial tenemos amplias posibilidades que muchas
personas tengan estos síntomas. Ésta se la puede considerar más una manifestación que una
patología pero desde ya trae un mensaje: es necesario e imprescindible realizar cambios
importantes para las personas que la sufren.
Hay que tener en cuenta que todo el personal sanitario, lleva muchas semanas ( y las que quedan
) atendiendo, asistiendo, presenciando mucho sufrimiento, cuidando de mucha gente. Se han
ocupado, no sólo de la atención, cuidados y tratamiento de la enfermedad sino que en muchos
casos han cumplido la función de acompañar y sostener a los/las pacientes durante su
internación. Este virus además de afectar la salud de las personas que lo padecen, supone una
situación muy dura que es quedarse en una enorme soledad mientras están convalecientes.
Muchas de las enfermeras/os y auxiliares se han sumado al sin fin de tareas, una más, la de ser
un puente de comunicación entre los/las pacientes y sus familias. Esto merece un profundo
agradecimiento pero vuelvo a la pregunta del comienzo quién cuidará de ellas/os???
Creo que será muy importante en un futuro muy cercano, organizar grupos para el
reconocimiento y prevención de la Fatiga por Compasión. Es muy probable que en estos
momentos muchos de ellas/os estén sintiendo una serie de síntomas físicos, mentales y
emocionales que quizás no puedan relacionar con la situación que están aún viviendo.
Seguramente, entre ellas/os en el mejor de los casos, hablen de lo que les pasa pero tampoco
puedan ponerle nombre. En hospitales, centros de atención primaria, residencias, sería
interesante hacer charlas de información para sensibilizar sobre este tema y lo mas importante
visibilizarlo y ponerle nombre.
A través de talleres, se podrá trabajar el reconocimiento de las vulnerabilidades personales, como
así también, los recursos personales, profesionales e institucionales existentes.
Se sabe que las profesiones en general, vinculadas al trabajo con personas que sufren, las/los
jóvenes, por ser más idealistas y con menos experiencia; son dos grupos más vulnerables a
poder desarrollar la Fatiga por Compasión. Pero hay una variable a tener en cuenta y de suma
importancia a la hora de hacer sensibilización y prevención; es la de género femenino. Las
mujeres debido a las pautas de socialización femenina centradas aún hoy en ser proveedoras y
cuidadoras emocionales y debido al conflicto que produce la sobrecarga de roles; tenemos
muchísimas posibilidades de desarrollar la Fatiga por Compasión.
Facilitar y promover herramientas y recursos de AUTOCUIDADO: estar atentas y conscientes del
sueño, alimentación, espacios de ocio. QUÉ NECESITO? es la pregunta clave que será como una
brújula que me oriente a aquello que me hace falta.
Otro aspecto muy importante a tener en cuenta, es la búsqueda de apoyo familiar/social y desde
ya profesional, en caso de necesidad, porque este mismo desgaste emocional en la mayoría de
las veces produce aislamiento y esto no hace más que amplificar este proceso. Buscar e
identificar relaciones y contactos donde no tenga que estar pendiente de cuidar a otras personas.
Estar expuestas/os a la frustración, impotencia, al desgaste emocional que sufrimos y sufren los
que atendemos. Enfrentarse cada día con el sufrimiento de cientos de personas que llegaban y
aún llegan a las urgencias y a las UCIS, la falta de recursos y de previsión, poca o demasiada
información; todo esto más las circunstancias personales de cada una/o no deja indemne a
nadie.
Finalmente, creo firmemente que como terapeuta puedo y podemos salir fortalecidas y aprender
y cuidarnos juntos con las personas que atendemos desde nuestros espacios.

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